10 Mar 2009

IV

"¡Quiero ser mi destino! ¡Quiero que mis manos tallen mi dorado molde!" (A.P.)

He trascendido y aplastado a la poeta suicida; he escrito en su tumba con mi puño las letras que dibujan la distancia que nos separa: ¡yo soy mi destino! Mis pies caminaron sin tocar la tierra de esa tumba y los huesos que ahí habitaban pudieron ser redimidos, sólo los huesos. La médula ósea gritó desesperada ante la potencia de mi presencia y la envidia se apoderó de la tierra, pero yo ya era dueño de mi destino, yo ya era mi destino y estaba completo. Sus palabras atormentadas impactaron mis tímpanos, pero no fueron capaces de mover algo en mí, la distancia era abismante y sus balbuceos ni si quiera llegaron arrastrándose a mis pies; sin embargo tuve compasión e hice un segundo de silencio en mi caminar.

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