19 Sept 2016

Devastador. Previsible.

Yo, que creí que tenía doctorado en amores no correspondidos, tuve la fortuna (buena o mala, no sé) de darme cuenta que el estado del arte estaba un poco más allá. Tuve la suerte, como dice un andariego, de encontrarme de bruces con mi soberbia, pues mucho aún tenía yo que aprender sobre amar sin correspondencia. Y es que en estos sentires o haceres no es el tiempo de estudio lo que importa, al parecer, pues se puede amar dulcemente en una misma forma y adentrarse en ella de manera vulgar desconociendo las rupturas y lo múltiple cuando de falta de reciprocidad se trata. Tanta ha sido mi soberbia que no fue una, sino dos las oportunidades que me ha dado el destino. Y, lógicamente, tomé las dos. Al mismo tiempo. Devastador. Previsible.

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