22 Sept 2015

Bonito y Triste.

Durante mucho tiempo creí, como quién cree en Dios o los Ángeles, que escribir era la única forma que podía tener la vida. De chico también pensaba que escribir podía ser una terapia, una forma de mantener y mejorar (?) la (a ratos miserable) vida. También, después de leer a Zurita, pensé que escribir podía ser una profesión en la que la vida estaba dedicada, como quién dedica un libro o algún hacer cualquiera, a la escritura misma. No recuerdo si con Parra, Polhammer o Lira hice de la escritura un juego más; a ratos agonal, a ratos de alea, escribir era también jugar. Hoy escribir me parece un recuerdo bonito y triste a la vez. ¿Por qué será que esos dos adjetivos me tocan juntos tan seguido?

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