2 Oct 2013

El pétalo marxista.

No quería ser un pétalo más en tu jardín
para que te deleitaras cuando quisieras recrear la vista y el tacto
yo quería ser tu hogar, tu jardín completo, tu familia.

Pero llegado el momento de la poda
caí a tierra
y esas ganas de ser jardín
deseo de ser hogar
anhelo de familia
fueron mutiladas delicadamente.

Y ninguna mano amable lo vino a recoger
quedó ahí
deteriorando 'un poco' la vista
inspirando lástima en quien se fija,
porque, para qué estamos con cosas,
nadie se fija en 'un' pétalo en tierra
mucho menos en época de poda
donde hay otras tantas cosas importantes que recoger
y a las que darle utilidad
llevarlas a la compostera
para que sean abono,
pero ¿un pétalo?
y no cualquiera
uno que quería, además, ser jardín
ser hogar
¿familia?

Delirio de grandeza, sí señor,
porque para eso no estás hecho
ha dicho dios
los pétalos no son familia
no son jardín
no son hogar
son pétalos
y esa grandeza quita la humildad,
que en ti es belleza
-le decían al oído-

Claro, el pétalo era marxista
estaba convencido
que ese era el discurso de la clase dominante
para mantenerlo sumiso
para que soñara con el viento, el sol y la lluvia
pero ¿familia? ¿hogar? ¿jardín?

A pesar de su marxismo,
el pétalo, en los días en que el óxido bañaba ya su piel
y paulatinamente se marchitaba
miraba al cielo con desesperanza
y pensaba en lo que le había dicho ese dios al oído
y no se volvía más humilde
no se volvía más bello
en cambio se sentía cada vez más miserable.

Y aún cuando la podredumbre lo mimetizaba con la tierra
el pétalo no abandonaba sus creencias
estaba convencido de morir estoicamente
creyendo que su destino fue cruel,
inmerecido
y que en su breve vida
la mayor belleza que conoció
fue soñar con ser jardín
soñar con ser hogar
con ser familia.

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