25 Jun 2010

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Hoy retrocedí en el tiempo, me vi sentado en el Rolando Mellafe escuchando a un profesor de la U. de Talca y después uno de la PUC... yo sólo quería ver a Guido Vallejos, pero no me quedé a verlo, tenía que salir. La cuestión es que me acordé que el profe de la U. de Talca habló sobre el TEL y dijo que aprender una disciplina es aprender su lenguaje específico; y que Aboitiz habló sobre el "déficit atencional" y una técnica ocular que estuve harto tiempo empecinado en ocupar. Sólo quería diagnosticar algún tipo de trastorno o condición y cada vez que realizaba la prueba y el resultado era "normal", me sentía frustrado y desanimado. Por suerte tenía una polola no-tan-normal y me hacía sentir bien hacerle las pruebas a ella. Quizás por complacerme hacía que las pruebas funcionaran, pero en ese entonces me sentía emocionado de pensar que ella podía ser mi juguete. Yo era la barbie doctora y ella la barbie paciente.


Entonces lanzaron al mercado una barbie africana, con esto de las modas nuevas, o que el mundial, la integración y la democracia o cualquier cosa que se les ocurra, da igual... es una barbie bien pobre, sigue igual de flaca, pero es fea. Como la gente pobre. No come, pero no es porque quiere ser flaca; está desnuda, pero no es porque quiere vender su cuerpo; tiene la mirada triste, pero no es una estrategia publicitaria.

Después vino la barbie palestina, la barbie irakí, pakistaní, iraní, haitiana... y así. La barbie afgana es adicta a la heroína, la barbie irakí es viuda, la barbie haitiana viene con un Ken casco azul y con cinco enfermedades a elección. 

¡Próximanente Ken terrorista y el hijo asesinado de barbie Irakí!


Colecciónalas! 

Los accesorios se venden por separado.

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