16 Aug 2009

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"Estos viejos son muy buenos para el leseo, es una característica de la vejez porque no necesitan tomar en serio las cosas. Saben demasiado como para tomarse la vida en serio."
(Kalawski)

Los humanos somos los animales que más juegan y tenemos un tipo de juego en el que no todos los que participan están jugando. El bulling, por ejemplo, cuando los niños se torturan en los colegios, para unos es un juego donde otros son juguetes.
(Kalawski)

El teatro tiene contenido, no es sólo una representación inconsciente ni una repetición impactante de la mezcla entre realidad y fantasía del dramaturgo. A veces, si tenemos suerte -o quizás un sentido privilegiado- podemos encontrar experimentación en el arte, creación y un profuso mensaje muy poco comunicado. La dramaturgia es también espacio para la reflexión sobre lo que nos ocurre, sobre nuestra realidad y sobre nuestros problemas. Aquí la clave es la primera persona plural, porque muchas veces las distintas disciplinas grises que nos "muestran" e ilustran con la realidad olvidan que el problema que a veces buscamos dilucidar es la coexistencia, la de nosotros. Muchas veces se cree que la rigurosidad de los números es que la ha cooptado de buena manera -y muy legítimamente, aunque una legitimidad muy ad verecundiam- los discursos que versan sobre la realidad, como si las artes, por no parecer científicas en su carencia de monocromia en escala de grises, no pudiesen estructurar un discurso más que coherente sobre la realidad, e ir más allá, más allá de la teorización y la lectura, pues roza la representación, la acaricia apaciblemente. En este caso, evidentemente, refiero al teatro y específicamente a la obra "Pana" de Kalawski, pero también la poesía puede estar en lo que llamo "representación" en las manos -y en la voz- de Rodrigo Lira. El ejemplo habla por si mismo: "cuanto vale el show" nos dio el espacio y fue el tiempo elegido, fue el escenario dilecto para la presentación última -como una gradación- donde una vez llegado esa altura -que puede no haber sido el último escalón, sin embargo se materializó en que así fuese- el último salto fue dado, un encuentro con el vacío de la sociedad en la interpretación. A mi entender ese vacío existe por una sistemática carencia de formación en temas estéticos, por un silenciamiento consciente de los discursos artísticos en los terrenos de las disciplinas grises. Como si para ser serio y respetable existiesen las leyes monocromáticas de la estética de la escala de grises, como si para poder ejercer el derecho al discurso válido y legítimo debiese este provenir de occidente, del norte, del ambiente universitario-académico, de publicaciones isi , de disciplinas grises, imbuidos de estadísticas y apoyados -y a la vez reforzando- las voces autolegitimadas que se erigen como violencia sistémica: como violencia objetiva (Zizek, 2008). Nihil novi. Nada nuevo bajo el sol naciente del imperio de occidente del norte (Maravillantes simbolismos. La realidad no resiste un análisis estético, se caería ya no en pedazos, sino en colores).

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