Me ahogo en mis propias lágrimas,
que son pocas, porque mis lagrimales están algo obstruidos,
ya saben que el centro de la capital es siempre tan sucio.
Pero aunque pocas, existen y me ahogan
entran directamente a obstruir la garganta
se toman de las manos y hacen un nudo
bailan
juegan a la ronda de San Miguel
y al que se ríe lo mandan al cuartel
porque es una ronda no-feliz,
es una ronda de lágrimas tomadas de las manos
que pudiendo obstruir la nariz,
eligieron la garganta
-yo hubiera elegido lo mismo dada la dimensiones de aquella-
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Ya no sé profetizar
no puedo decir que habrá un día que no aguante más
o que no haya cuerpo que aguante el dolor por cien años
no sé si verdaderamente seguiré así,
aparentando
escondiendo
aislándome cuál ermitaño en su montaña sagrada.
Yo sé que esta obsesión es un invento
sé que lo inventé yo
y sé también que ya a duras penas logro mantenerlo alejado de mi mente por ciertos periodos de tiempo que me ufano en llamar de calma. Pero no es lo que anhelo, que quede claro que me gusta el tormento y que lo saboreo como quién...
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