Vamos a comer, yo te invito.
Comamos días y semanas como quien come pan todas las mañanas.
Comamos mierda, hermano, como si fueran los empobrecidos tirados en los bordes de nuestro campo visual.
Comamos pasto como herbívoros bajo la amenaza latente del monstruo que se esconde tras los matorrales
Comamos sueños e ilusiones de otros, devorémoslas como quien respira en cada segundo hasta perecer en un instante.
Comamos las palabras amables, la gentileza y la amabilidad; el odio, tus insultos y miradas de desprecio. También los silencios.
Comamos todo lo que queramos, porque tarde o temprano lo vamos a vomitar.
Imposible no intoxicarse con tanta basura rondando por el aire,
imposible no hacer arcadas ante lo podrido del ambiente,
imposible no devolver toda la ranciedad que hemos tragado,
toda la mierda que nos han metido adentro.
Hemos, que nos hemos
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