Toda la noche me acompañó la aflicción,
Me acariciaba el cabello con sus manos frías,
Me metía los dedos en la oreja y me restregaba los ojos
Con inusitada fuerza.
Toda la noche se quedó a mi lado,
Me miraba de cerca, me vigilaba
Con la mirada fría y todo el cuerpo petrificado,
Como una ruina que mira el apacible paso del tiempo.
La cercanía comenzó a hacerme transpirar,
Su respiración se hizo insostenible.
Quería gritar en medio de la noche,
Reventar el silencio.
La noche pasaba en vano,
La tristeza se acurrucaba entre mis tejidos neuronales
Y toda actividad sináptica era atravesada por la congoja,
Todos y cada uno de los pensamientos
Nacían bañados en lágrimas y dolor.
La noche terminaba y las primeras luces
Volvían el cielo un poco más claro,
El amanecer se levantaba leve
Y la bruma se llevaba mi desvelo.
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