18 Feb 2009

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De apoco me fui creando una interlocutora a quien iban dirigidos algunos de mis escritos. ¡Ni si quiera era interlocutora! Era una especie de figura, una idea de alguien a quien escribirle. De a poco la creación se convirtió en necesidad: necesitaba mostrarle mis ideas mediante escritos, necesitaba escribirle a ella. La situación se hizo problemática cuando no eran sólo mis ideas verbales las que quería mostrarle, pues estando en Playa Linda, en la cascada que cae de la isla, tuve esas ganas incontrolables de compartir esa experiencia con ella, de compartir el lugar y lo que yo hacía: ya no eran sólo ideas las que quería compartir, sino cosas materiales, completamente tangibles. Sin embargo, lo nefasto es que a pesar de su reciente muerte yo no note diferencia alguna en mí, porque no era a ella a la que necesitaba, sino sólo su recuerdo: esa idea borrosa que siempre he tenido.

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