We all do have our own ghosts...
Do we haunt them or they do?
Carta a R.
Tu tristeza constante y fina como lluvia chilota
despertó la mía que dormía entre la rutina y la ignorancia
con quién he trabado una amistad liviana.
A mí no me gusta cuando me dicen que me quieren mucho
derramando palabras como un río que abate las piedras sin tregua
o como la noche que delicadamente se encumbra por los árboles
como una certeza imperceptible
Mi madre aún vive
su tristeza se ha fosilizado
las manos duras
de una mujer de ciudad
habituada a una velocidad que no da tiempos para tristeza
sólo la frenética alegría que llevas en la cartera
sólo el enojo citadino de las cosas de importancia leve
sólo la preocupación constante del día que vendrá
Mi abuela proyecta su tristeza y dulzura
en las flores secas que la cubren
proyectan su mirada
Yo en cambio
me sirvo la nostalgia en un vaso pequeño
como el café que bebes lentamente,
siento su dulzura en este día frío de verano
en el que desperté desnudo
sobre una cama que no es la mía
en una casa que me resulta extraña
en un pueblo que no me reconoce
allegado a prácticas y valores que no entiendo
Por eso la nostalgia me sabe dulce
en este oasis de días amargos
donde no puedo abrazar mi tristeza en paz
sin ser cuestionado
observado