4 Aug 2017

Últimamente he aprendido
que el dolor no desaparece con la sonrisa
que la sonrisa deviene liviana
y la congoja pesa suficiente
como para no dejarme despegar

He aprendido que la vida es más fácil de soportar
cuando tiene el tamaño de un botón pegado al ombligo
y que al contemplarla tiene colores maravillosos
y recovecos cautivantes e inútiles,
vacíos de sentido:
belleza carente de fuerza.

También he visto los fantasmas de mi niñez
ya no les temo, es cierto,
pero veo en ellos la infancia que nos arrebataron a golpes
veo en ellos la confianza que me quitaron a golpes
y las heridas dejaron esos y muchos otros golpes
en mi piel y la de mis hermanos.

He aprendido que tampoco nací para una vida dulce y una sonrisa
que los árboles desnudos sólo sirven para el descanso de las aves
y que esta vida que arrastro me duele desde dentro
desde que tengo memoria y consciencia del dolor.
Pero he aprendido a amarla
porque me han enseñado que amar es lo único que vale la pena en la vida,
y por lo pronto,
este dolor es lo único que puedo abrazar...

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