Habrá alguien que se haya sentido querido incondicionalmente más allá de la ilusión de una sonrisa o un abrazo tibio? Será que hay alguien por ahí que sonríe sin intimidar y que camina con seguridad sin que sus fantasmas lo asfixien noche a noche? No estaré tejiendo un deseo inalcanzable u otro imperativo moral que presiona el pecho desde fuera; torciendo el tiempo e hilando segundo por segundo, urdiendo toda exhalación, tramando cada pena.
No estaré proyectando mi miseria que no me permite dejar atrás la congoja; mal que mal, nunca aprendí a llegar primero y pasar a los demás sin mirarlos ni esperarlos. Siempre me faltó testosterona. Quizá por eso no existe quien me quiera más de lo que me necesite, ni si quiera yo mismo. Habrá alguien que me enseñe? Existirá esa persona? Y de existir, seré suficientemente dócil y humilde como para aprender?
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