22 Apr 2011

Estoy en un límite
de algo
que no conozco muy bien.
Tengo quince años y siento el mundo sobre mis hombros.
Tengo 22 años, se lee igual de izquierda a derecha
y de derecha a izquierda y,
por si fuera poco o mucho -da igual-,
y la flor de la vida que me tocó se está oxidando
con tanto gin en los pétalos.
Tengo 15 años y abruma la posibilidad
el temor me domina
con la impertinencia de un escalofrío
que recorre el cuerpo sin permiso ni aviso previo.
Tengo 22 años, postulo a becas de dudosa procedencia
viajo a lugares donde se junta la gente a hablar, hablar, hablar
y quién sabe, uno que otro escucha algo y lo malentiende.
Tengo quince de nuevo porque el único lugar
donde puedo verte sin que me vean sonrojar es en mis sueños
y ni si quiera de eso se puede estar seguro a los quince.
Tengo 22 y ya nada me hace sonrojar
nadie tiene el poder de sorprenderme como antes
a menos, claro, una guerra en terreno propio
una guerra con batallas campales
una de esas que ocurre dentro de uno
como si el ichideal se batiera a duelo con el ich.
Tengo quince, como siempre, y quisiera desaparecer del planeta
cada vez que tengo un mal sueño;
aunque con 22 años haciendo lo mismo
se vuelve monótono y aburre un poco.
Dos pocos
Tres pocos
Cuatro pocos
Cinco pocos
Seis pocos
Siete pocos
Ocho pocos
Nueve pocos
Diez pocos
Once pocos
Doce pocos
Trece pocos
Catorce pocos
Quince y Veintidós pocos.
Cuántos pocos son?
No sera mucho?

1 comment:

  1. "Tengo quince de nuevo porque el único lugar
    donde puedo verte sin que me vean sonrojar es en mis sueños
    y ni si quiera de eso se puede estar seguro a los quince.
    Tengo 22 y ya nada me hace sonrojar
    nadie tiene el poder de sorprenderme como antes
    a menos, claro, una guerra en terreno propio
    una guerra con batallas campales
    una de esas que ocurre dentro de uno"

    (creo que te van a llegar muchos mails, quizás mejor paro)

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