12 Mar 2011

Semáforos más allá de las calles.

Hacer semáforos con el SIMCE, una colorida idea, sin duda, pero qué puede pasar con ideas coloridas y no inteligentes? Simple, si las personas ven que sus colegios son rojos, en el mejor de los casos intentarán irse a los menos rojos entre los rojos. Por su parte, las escuelas, para ser menos rojos, harán como los colegios menos rojos, es decir, exigirán ciertos mínimos para asegurarse que sus estudiantes sean "mejores" (que se traduce en una única variable: resultados más altos en SIMCE) que los que tienen, se puede echar a los malos, pedir puntualidad, buenas notas, lo que haya a la mano para poder cambiar de color, aunque sea de un modesto super rojo a más o menos rojo.
Pero ¿Cómo saber si esto pasa efectivamente? Más simple aún, primero midamos cómo evoluciona la tasa de escolarización en los sectores más pobres cuyas escuelas comienzan a mejorar levemente debido a medida semaforísticas. Segundo, midamos cómo varía la matrícula de las escuelas. Tercero, intentemos asociar los resultados SIMCE a la cantidad de barreras de entrada que puede poner una escuela a un estudiante, vale decir, a la capacidad de selección de las escuelas. Y, sólo como dato anexo, porque ni si quiera daría para variable de control ni nada, veamos qué pasa con la educación municipal, que es la que por ley puede poner menos barreras a la entrada de estudiantes, para ver qué tanta correlación tiene con el dato anterior.
¿Porqué medir todo esto? Para algunos puede parecer obvio, pues ¡Adivinen! Es aún más simple. Porque el problema de la educación no se soluciona excluyendo a los que tienen peores resultados, sino ayudándolos a mejorar, lo que en lenguaje liberal quiere decir "dándoles incentivos" y "supervisando que no se generen incentivos perversos".
Hasta aquí sólo se ha querido mencionar porqué el semáforo es una colorida idea, más no por ello una idea buena o inteligente para contribuir a solucionar el problema de la educación. Pero, ¿cómo se soluciona? La respuesta, esta vez, no es simple. La educación chilena es heterogénea y por tanto no es posible imaginar cambio educativo sobre la base de políticas homogéneas y homogeneizantes.Humildemente puedo decir que no sé la receta mágica para tener un buen modelo educativo en Chile, mi ámbito de saber está más relacionado a la educación rural, que está a la cola del sistema, porque muchas veces, debido a la cantidad de estudiantes, ni si quiera aparecen en las estadísticas del SIMCE.
Como consideración final vale decir que esto es sólo un ápice, pues las críticas de fondo refieren a la Ley de Calidad y Equidad, que por motivos de entretenimiento de quién lea (y particularmente de quién escribe), no serán tratadas.

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