26 Feb 2011

El momento.

(Se encuentran. Ella, muy emocionada y activa. Él, la mira con detenimiento. Está alegre, pero muy calmo.)

Ella: Ven, dame un abrazo! Tanto tiempo sin verte, cómo estás?
Él: Bien, muy bien.
Ella: Y qué te quedas mirando, en qué piensas? Quieres saber dónde he estado?
Él: No.
Ella: Quieres saber qué he hecho todo este tiempo?
Él: No.
(...)
Ella: He pensado en ti, sabes? He pensado en el tiempo que ha pasado desde que me fui, en lo distinto que estás desde entonces.
Él: Tú crees?
Ella: Si, mírate! Eres un hombre maduro, de pelo cano, con un lugar hermoso y una mirada cándida y tranquila. Bueno, yo también he cambiado, he estado en muchos lugares y conocido a muchas personas maravillosas. Había un niño que me recordaba tu forma de jugar. Era el niño más inteligente del lugar y siempre tenía la mirada extraviada. Cuando le hablabas sus respuestas eran a veces descuidadas, como fingiendo no prestar atención y decir lo primero que se le veía en mente, y cuando reposaba la vista sobre tus ojos te decía palabras directas y certeras con inusitada fuerza. Después volvía a su mundo de juegos. Me acuerdo que una vez me invitó a hacer una película, igual que tú.
Él: Y de qué era la película?
Ella: Era sobre soldados que se devolvían de la guerra por los ríos y en su camino encontraban poblados de los que aprendían comidas nuevas y veían cosas que nunca antes habían visto como utensilios que para nosotros no existen y cosas por el estilo. (...) Tienes la misma sonrisa de antes, Tomás, pero pareciera que te comieron la lengua las mujeres, no has dicho más de tres palabras, no me has hecho preguntas, sólo miras y sonríes... Haber, ¿Por qué tan callado?
Él: Es sólo que... es que no quisiera arruinarlo. El momento.

No comments:

Post a Comment