14 Jun 2010

Siempre hay discusiones estúpidas en el mundo, es casi tan cierto como... como cualquier cosa, da igual. Pero existe un magnetismo extraño que hace que las discusiones estúpidas se concentren en ciertos 'ámbitos' como la política o la religión. En política lo absurdo llega a niveles maravillosos. Así, y siguiendo la clasificación muy feliz que hiciera B. Russell [1] sin espíritu de teorizar sobre el tema, un grupo organizado que por antojo llamaremos 'derecha', critica el modelo de transporte colectivo del que propuso el otro grupo, que por antonomasia llamaremos 'izquierda'. Luego, 'al cambiar las cosas', el primer grupo comienza a subir el precio del transporte colectivo. El grupo izquierda comienza a criticar constantemente el sistema de transporte. Entonces el grupo derecha ahora defiende este sistema pues es mejor que el "de las micros amarillas", porque si tuviéramos dicho sistema el precio sería aún más elevado. Si, como se dieron cuenta, cambiaron los roles. Si usted es asiduo o asidua a las explicaciones relacionales o basadas en elección racional, naturalismo en ciencias sociales o sobrecuantificación, le recomiendo se retire a sus aposentos a reflexionar sobre la inconsistencia como regla y no como excepción; sobre la irracionalidad como normalidad, a la falta de lógica como hábito. Si ya lo hizo espero se haya dado cuenta que los axiomas se construyen más por necesidad que por verificación empírica. Ahora, como siempre, hay que hacer teorías incompletas, teorías que asuman sus limitaciones, que partan asumiendo que no serán perfectas y que mientras más 'fallas' incorpore, mejor. Sencillamente no es una opción redefinir los conceptos de racionalidad, error, etc... porque la praxis nos dice que la disonancia es la norma, que hay que pretender, que hay que ser poco honestos y se vuelve todo más complejo al ir contra la corriente o cambiar las cosas, mejor examinarlas como están, porque es allí donde comienzan las idealizaciones. Ay, Marx, llegó tu hora. Tendrás que morir a manos de un materialismo nuevo, uno histórico, no necesariamente dialéctico y quizás poco científico. Pero sobre todo, un materialismo menos pretencioso.


[1] "Por lo general, dos grupos organizados de hombres dan simultáneamente dos clases opuestas de consejos; esto se llama política.

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