19 Oct 2009

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Las lágrimas se escapan
con el cansancio ya no quedan fuerzas para retenerlas
los gritos espantan el silencio
la obscuridad asusta los malos pensamientos
el desenfreno tienta las miradas
el desenfreno se acerca con sigilo
y entra a gatas en las concavidades oculares.

Se revientan los ojos,
y es que el cansancio ya me ha robado todas las fuerzas
para no explotar y mantenerme en pie.

Emputecido,
completamente emputecido contra las ganas
me cago en todo lo que se llama voluntad
me burlo sarcásticamente de mi mismo,
de mis agujeros y de la necesidad de escribir en primera persona.

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