24 Sept 2009

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Hay platos sucios y basura en la casa.

Muestras de afecto desvanecido
caricias vacías, tibias,
incluso suaves, pero vacías.

Errores sucesivos me tienen desvanecido
como una bebida trasnochada y tibia,
o una piscola caliente,
o una cola con puro papel
y uno que otro pedazo de hoja
con un palo atravesado.


Aparte:
Creo que la culpa se ha vuelto tema recurrente en este último tiempo. Siempre le tuve desprecio y la he desvalorizado como algo que no debiera existir. Pero más allá de mis estúpidas aprehensiones quizás infundadas respecto de la culpa, creo que efectivamente hay ciertos casos en los que la culpa no es tan despreciable. Alrededor de ella se enarbola una estética del arrepentimiento que a ratos me cautiva más allá de lo que mis rituales cotidianos logran entender.

La mezcla del teatro y la poesía,
de lo a veces explícito del teatro
y la forma tan torpe de la poesía,
esa forma de ocultarse y de adornar en metáforas
y camuflajes ingenuos;
cosas que quizás debieran estar juntas
pero no más allá del personaje,
nunca más allá de un distante personaje.
(Tampoco más acá)

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