16 Aug 2009

Giro... Calm.a

Por la ventana entraba el olor de la lluvia;
entraba el frío y le helaba la nariz,
la ponía roja;
helaba las mejillas,
los labios,
las pestañas y los pensamientos.

Cerró la ventana.

Se acercó a la estufa,
calentó las manos y los pies.
Se quedó ahí un tiempo,
hasta miró la tele y el tiempo pasó.

Se fue al dormitorio,
se echó en la cama, miró el techo.
Jugó a imaginar cosas, personas,
encuentros conversaciones miradas
todo era soñar, había nada más.
De pronto el techo se viene a bajo,
los sueños caen del cielo:
suena el teléfono.

Nada importante, una grabación.
De esas que dicen:
"Hola. Cómo estás? Está tu mamá?"

Palabras, la mente se llena de palabras.
Canciones, encuentros, emociones.
Nostalgia, niña, mucha nostalgia.

Estirarse en la cama,
dar vueltas,
abrazar la almohada con fuerza,
estirar los brazos, las piernas,
cerrar los ojos,
y quedar ahí, tirado, feneciendo lentamente.
Un poco cada día,
un poco más cerca de algo,
porque sé que algo pasará,
sé que las cosas no se pueden quedar así,
sé que algún día tendremos que cruzarnos
y que haré como si nada;
pero ambos sabemos muy bien
que la nada no existe.

Me levanto, me lavo los dientes,
-me gusta lavarme los dientes
y saber que tengo la boca limpia-
me vuelvo a mi pieza,
miro los libros y tomo alguno,
leo un rato, quizás dos;
cambio de libro
y así.

De a poco vuelvo a hacer las mismas cosas,
la misma rutina:
el lugar seguro donde siempre se puede regresar.

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