Cuando yo tenga pena

podrá tu abrazo alcanzarme?

y cuando yo tenga noche

podrá tu recuerdo apaciguarme?

Hay veces que no sé qué hacer conmigo

me veo escribiéndole a una pantalla

hablándole a alguien que no existe

pidiendo a gritos un consuelo imaginario 

en un vacío que donde no hay sonido posible

Y así es como vuelvo

a los lugares comunes que me reconfortan

los recuerdos de un pasado que no fue

la nostalgia de la valentía que no tuve

los pies atrapados en el fango de mi imaginación

el fantasma del tabú que nunca quise trasgredir 

la felicidad ajena que nunca envidié

y estas letras torpes

que el atardecer borra con su brisa.

Sentimientos encontrados

coinciden dentro mío

abruptamente

se tropiezan con mi torpeza

se sorprenden con mi sorpresa

se entristecen con mi tristeza.

- - -

Antes las palabras me eran suficientes. Con ellas me esmeraba en describir el mundo y el mundo era aprehendido por ellas. Lograba asir los significados, reducir las complejidades, explicar mis visicitudes. 

Últimamente todo ha devenido un huracán, un desorden de este intento de vida ordenada que llevo. Un trabajo más o menos estable, más o menos bien remunerado, una casa, un auto, un matriminio con una mujer increíblemente hecha a mi medida, una relación con ella donde es difícil realmente vislumbrar el significado de la palabra confianza y libertad. Y dónde queda el huracán del que hablaba? 

Pues viene desde dentro. O desde antes. De ese pasado que a veces me esfuerzo en arrastrar...