6 Jul 2016

Es difícil levantarse todos los días con la sonrisa agrietada y las ganas inefables de que la próxima noche sea un poco más corta y un poco más amable que esta. Es difícil no bajar los brazos de vez en cuando y decir, con esa misma sonrisa agrietada de todos los días, que estoy acostumbrado, que no me afecta, que estoy bien... Es difícil levantar los brazos después de quince años y reconocer que estoy cansado de despertar todas las noches, cansado de levantarme cuando tengo el abrazo pegado de la leucopenia de todos los años, cansado de seguir deseando cosas imposibles con la ingenuidad de un enfermo terminal.

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