La costumbre de sentirme débil
de encamarme con la enfermedad
hacerme uno con ella y amarla
quererla a ratos,
pensarla en mitad de la noche con tedio
con la apatía de todos los días
con las ganas de quién va al trabajo
en el transporte público lleno
con las ganas de bajarme en cualquier esquina
o de no bajarme nunca
o de chochar en todas las esquinas
y descansar de una vez por todas.
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