10 Apr 2015
Solía hacer abstracciones relativamente elaboradas (no sé si para bien o para mal) sobre cosas que pasaban por mí. Ahora no es que no pasen cosas, más bien estoy aletargado. Ya casi va a ser un año desde que terminamos con L y ni cerca estoy de rehacer planes, más bien lo contrario, pienso irme, escapar, huir. Deconstruir incluso lo que de mí creía, no partir de cero ni borrar nada, porque aunque escape, no escapo hacia la nada sino hacia algo bastante escalofriante desde mi punto de vista de perceptor un poco abstraído. En primer término porque la huida es necesariamente de algo que no he querido enfrentar, en segundo término porque es un huída relativamente drástica, y en tercer término, porque no es definitiva, lo que sí es definitivo es que tendré que volver a no-enfrentar las cosas que tengo en frente: que no soy capaz si quiera de pedirte que seamos amigos, que no soporto el estilo de vida contemporáneo en términos de trabajo y consumo, que no tengo la voluntad ni la fuerza para resistir de manera sostenida, que veo cada vez más cerca este fatum como algo macabro e inevitable.
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