Creo que proponer cuotas para tener una representatividad de género es una política un tanto fácil e infértil. Más allá del argumento del liberalismo, que es menos eficiente, que la libertad, etc, etc, que, claro, puede ser cierto, creo que el problema de las cuotas es que no enfrenta ni soluciona el problema de la desigualdad de género. Si, por ejemplo, hay menos altos cargos políticos ocupados por mujeres, ese no es el problema. Es un efecto, una manifestación del problema. Por lo tanto, proponer cuotas para que un porcentaje de mujeres tenga un cupo asegurado en altos cargos políticos suena bonito, pero no soluciona nada (y, de pasada, también tiene cabida el argumento liberal contra las cuotas). No está mal, per se, pero sirve de excusa para no hacer más. Por eso no me agradan las cuotas como solución a la desigualdad de género.
Por dónde creo que sí va la solución? por la educación. Pero cómo hacerlo, si el Estado no tiene control sobre la educación pública, (mucho menos sobre la privada). Bueno, en este país, al parecer, habrá que esperar que una fundación o un privado se le ocurra una campaña (y no una política pública, que suena a comunista) potente que el gobierno quiera patrocinar (financiar) y que ojalá ayude a solucionar el problema que ni si quiera nos atrevemos a mirar de frente, que no es sólo la discriminación de género, sino los privilegios de unos pocos (llamados irónicamente mayoría) en desmedro de otros muchos (llamados sarcásticamente minorías).
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