Con el tiempo
y las cosas que trae el tiempo
ha pasado de moda
la vulgar chuchada al 'brocacochi'.
Las amenazas groseras
ceden paso a técnicas de disciplinamiento
cada vez más sofisticadas e incluso,
porqué no decirlo, bellas.
Las palmadas en el poto
con su respectivo "cabrx de mierda",
el tirón de orejas o demás yerbas
ya no tienen cabida
en el mundo de hoy.
Por ello, la forma idónea de corrección
recae bajo la siguiente forma lingüística:
"oh, hijx mía, tesoro mío,
ven acá inmediatamente
o me veré forzado a percutirte la cola
con el dorso de mis manos."
La importancia está en la sutil advertencia
de percutir con el dorso -y no con la palma- de la mano.
No cambia el fondo
sino la forma,
pues es esta una forma amable de corregir.
Y así, con todas las demás cosas
pues el tiempo
también ha cambiado
la forma de peinarse
la forma de vestirse
la forma de orinar
la forma de comer, reír, pensar,
y todas las demás formas.
No vale la pena mostrar la forma correcta
de todas las cosas,
pues el tiempo ha de llevársela
como un viento suave
o como huracán;
como río de caca
o de charquicán.
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