Me produce incordia que mires oblicuamente
que tomes mi mano sólo cuando estás ebria
que tu sonrisa sea tan promiscua como la mía
Y que tus palabras siempre sean ligeras
y aún así no se las lleve el viento.
Me importunas con tus favores
con tu tono de amabilidad mal fingida
que sin embargo creo
creo como las hormigas creen en su trabajo.
Y que mientas...
Porque aunque no te crea
-porque sé que mientes-
eso me basta para pasar toda la tarde
dibujándote en el techo
Y si de creer se trata
mis mentiras creo de mejor manera
que tus recovecos
y tus escondites.
Esas que dibujo en el techo
o que urdo cuidadosamente
con olor a lluvia en la nariz
y los ojos de los autos tristes
que se mueven a su pesar
tramando el esqueleto de cada detalle
Imagino mis mentiras
tejo mis plegarias
y oraciones a un dios de la fantasía
que nació sordo y enojado.
Pero no podría mirarte a los ojos
y decir que no eres un sueño que no recordamos
y que sin embargo nos hace despertar alegres.
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