Ya van demasiados post en este blog.
Haría un recuento, pero me da lata.
Lo borraría, borraría los post, le cambiaría el nombre, pero también me da lata.
Lo dejaría abandonado, pero... pero no podría.
Cuando tenía el otro blog -uno al que le borré los post de un día para otro, aunque no sin una advertencia previa bastante elocuente- la vida me parecía distinta, escribía otro tipo de cosas que aunque quizás literariamente podrían haber sido mejores, no dejaba de ser "poesía cruda". No eran producto del oficio de ser 'escribiente' (Nota al margen: El fin de semana pasado rechazaron a "Bartleby el escribiente". Yo le guardo aprecio y, aunque no lo parezca, no lo prestaría a cualquiera. Quizás sí, pero me costaría. Ésta era una de esas ocasiones en las que me costaba, y fue rechazado. Evidentemente no mostré indicio alguno de aquello.) y aunque ahora la situación es la misma, creo que es algo así como poesía de ensalada. No se trata de inventar categorías fútiles pero divertidas, no es un oficio serio este de escribir poesía de ensalada. No son platos de fondo sin perjuicio que no se descarten ciertas incursiones en dicho terreno. Uno demora poco en preparar una ensalada y sabe que es un plato liviano, algo que no sirve de almuerzo pero que si se está a dieta puede ser una opción. Porque no se puede vivir toda la vida de platos fuertes, dicen por ahí que las vitaminas son importantes y que hay que acompañar los almuerzos con ensaladas por no sé qué tradición o motivo. A decir verdad no me place inventar categorías y explicarlas, prefiero inventar cosas y comer.
La cuestión es que de la nada, me encontré frente a las tropas enemigas. Mis ejércitos eran inferiores en número, pero los superábamos en inteligencia. Sabía que se venía un despilfarro de sangre y sentí por mi cuerpo el espíritu heroico de los antiguos. Miré a mis hombres y supieron de inmediato que el final de esta batalla sería más pronto de lo esperado... Cuando me encontraba en mis aposentos una vez limpiado mi cuerpo del polvo del desierto y el sudor, escribí en mi diario una frase que la historia recordará por siglos: "Vini, Vidi... y me volví a casa." Yo no quería más masacres ni más caídos. Además nunca creí esas historia sobre la belleza de matar, o la beldad de la espada ensangrentada. Ridículos eran para mí los motivos, y aunque siempre he mostrado predilección por lo ridículo, esta vez no podía hacer como siempre.
De todas formas creo que cuando tenía el otro blog y escribía allí la cuestión era distinta, en ese entonces escribía desde dentro, mis palabras eran rebeldía, furia, miedo... ahora son juegos, quizás inteligentontos, de los que me encuentro muchas veces desasido del todo, como si fuera otra cabeza más del paseo ahumada. En ese entonces también mis lecturas acrecentaban dicha disposición y no sólo el contenido de éstas sino mi forma de entenderlos.
Son 500, pero no son días con summer ni nada de aquello. Son 500 post, memorias, recuerdos, palabras vacías... un perfecto basural de imágenes.
Pero esta parte termina con una pregunta/paráfrasis (supongo) hacia el futuro (aunque claramente dirigida a alguien)...
Ya no me importa ser o no ser amado,
Sólo quiero una oportunidad para aprender a amarte.
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