Hace mucho tiempo que debí dejar mis hábitos malsanos.
No serán todas las esperanzas de los hombres tan burdas como la mía?
De ti ya no espero nada, ni si quiera tu muerte.
Sé que para tranquilidad mía, todo siempre pasa.
No me importan tus miradas, tus disculpas, tus ganas idiotas de cambiar el mundo cuando estás totalmente podrida por dentro. Ni si quiera me importa si haces algo con tu vida o no, para mí, seguirás siendo una grieta en la que ni siquiera las arañas hacen sus nidos.
Entre mis libros ya no queda una sola palabra tuya, nada en absoluto que me recuerde a ti ni tu estúpido nombre. Al fin tu verdadero nombre.
Lo único que deseo es tu muerte. (Sé que nadie sabrá interpretar estos grafemas). El único deseo que recorre mi cuerpo es la muerte.
La agonía es el telos, el límite último del que no hay que apartarse demasiado.
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