Allende el horizonte anfibio de tus piernas
quisiera pedirte que modelaras en tu boca
una plétora de significaciones coherentes
hilvanando la materialización de tu presunta acción cognitiva.
Preséntate como la majestuosa silueta del lingüista Suizo
dominando el abecedario del filósofo galo
que juega en el límite del devenir animal
y conquistando ingentes cantidades de genialidad
dejadas en la tercera del compositor ruso del siglo XX.
Muéstrate espléndida y reluciente
en la locura de Heflgott,
su mirada de infante,
perdida
extraviada en los parajes de los trastornos
y las lobotomía victorianas.
Pero eres incapaz,
sólo un pedazo poco grácil
de movimientos torpes
y lengua ignara.
Apariencia no desagradable
e inteligencia nada despreciable;
miento todo el tiempo,
lo sabes.
Mejor serías, mujer, si fueras una frambuesa.
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