28 Aug 2009

Menos algia; más nostos.

A propósito de algo que no voy a explicitar, no porque sea irrelevante, sino porque creo que no tengo las ganas suficientes y me desviaría de mi objeto, me acordé del paseo típico de mi infancia. No era el paseo al parque de la esquina ni salir a andar en bicicleta los viernes al atardecer, era un paseo a un lugar relativamente cerca, pero lo suficientemente lejos como para que se convierta en paseo. No sé bien qué significado tendrá, pero cuando chico iba bastante al pueblito de los artesanos en los domínicos. Al comienzo era muy agradable, éramos los tres (Matías, Vicente y Yo) que jugábamos con cualquier cosa, además había animales y muchos lugares entretenidos llenos de estímulos por doquier. Había siempre un clima agradable y a cierta hora comenzaban a regar, lo que refrescaba aún más las tardes de verano. Era un ambiente acogedor y tranquilo. Calmo.

Con el tiempo, crecí un poco y ya no me gustaba tanto ir, quizás un poco de la rebeldía típica de la adolescencia, quizás un cambio de intereses y gustos, quizás de verdad me aburre un poco salir del status quo. De hecho, recuerdo perfecto que a comienzos de Agosto mi mamá quería ir nuevamente y yo me opuse. Quizás si me hicieran la misma propuesta aceptaría guiado por la nostalgia, quizás ya no tanta "algia", pero sí un gran "nostos" y las ganas leves que me hacen desear que vuelva, al menos un poco, de esa infancia perdida, olvidada y a ratos tan lejana. Distante. A veces tan ajena y extraña que no reconozco ni una pizca en mí de eso que desesperada -y también desesperanzadamente- tiendo a anhelar.

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