Allende la pantalla encontramos miradas quietas, incólumes, insensibles... incapaces de leer la furia, la desesperación, la ira profunda que se materializa en letras aglutinadas. Incapaces de entender la pena, ese sutil escalafón de la tristeza que llena de niebla las calles, oculta los árboles y vuelve invisibles las ventanas.
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