Las palabras se atoran
los lagrimales se obstruyen.
A veces las manos se resecan
la mirada se pierde en el horizonte
el cristalino se declara en huelga
y la capacidad de asombro se guarda en el bolsillo.
No quiero que los días avancen
que en mi mente deambulen fantasmas
y que el recuerdo de alguien que no existe
se robe mis noches de nuevo.
No quiero tener esa paz que me da tu imagen
grabada en mi mente
no quiero tener la esperanza de siempre
ni la devota creencia en un encuentro fortuito
como quien espera uno de esos milagros
que te cambian la vida
ganarse la lotería
tener el mejor boleto para el concierto favorito
que la relación deteriorada se vuelva perfecta
o que esa persona aparezca de la nada y se fije en mí
un segundo o dos.
Yo estoy del otro lado,
yo estoy el día después del milagro
en ese momento donde el vacío comienza a llenarlo todo nuevamente
ese instante cuando se logra intuir que la felicidad no es sino pasajera
que al fin y al cabo todo pasa
los milagros,
la esperanza
la alegría...
también la tristeza, compañerxs,
también la tristeza.
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