Oh! sí.
Quiero mi pataleo diario,
quiero mi rabieta semanal,
quiero mi desesperación habitual.
Los quiero vestidos de gala y en la puerta de la casa de mi vecino.
Si, al lado de mi casa, quiero que se enfrenten a otros humanos, quiero que vivan lo mismo que vivo yo en el día a día.
No, no es que les desee mal, es más bien un deseo benéfico: el de una experiencia invaluable.
Además es un ejercicio doble, conocen a otras personas y pueden ver como soy yo sin ellos.
No, no hay mundos distintos, el mundo es uno sólo y TODO está en él. También la literatura, también la locura. Oh! sí, la locura he dicho, oh! sí.
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