Sencillamente no se puede hacer como si nada cuando la nada ha dejado de ser invisible.
Hoy, mientras caminaba por las afueras de liceo 1, pensaba que mi padre -un titán- me había dado algún poder sobre natural. De la misma manera que Cronos le dio a Zeus poder sobre el trueno, mi padre, un titán troglodita, me dio en herencia la facultad de ser invisible. Simplemente, mientras caminaba, me hacía invisible. Grosso error: Los pisotones no se hicieron esperar, los empujones y las caras de extrañeza abundaban como la lluvia de hoy en la tarde.
Como caminaba solo, una costumbre ya muy arraigada con el paso del tiempo, pensaba en contarle a alguien mi genial idea -la de ser hijo de un titán troglodita- y al mismo tiempo vino la misma valla a mi imaginación que ha estado molestando estas últimas semanas: Pensé que le decía que había pensado incluso como le decía. Luego pensaba que pensaba que le decía que había pensado... y etcétera, etcétera... en ese punto mi mente se bifurca y cada sección sigue su rumbo, una ecuación exponencial sin resultado real. Mientras tanto yo todavía reía solo por lo del titán troglodita.
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