13 Aug 2009

Otro día...

Pero no te preocupes,
quizás no es importante.

No, completamente seguro,
no tiene importancia alguna.

Ya te dije que no importa,
de verdad, descuida.

Tengo un soldado en mi bolsillo,
un soldado de esos con los que juegan los niños
en los cuentos y en las películas.
Cada vez que meto la mano al bolsillo
siento el plástico, y me dan ganas de morderlo.
Me gusta morder ese tipo de cosas,
también los pies y las manos
de las muñecas de mi hermana.

Hay muchas cosas que me gusta hacer,
tengo una lista.
Hoy me di cuenta, eso sí,
que para disfrutar esas cosas hay que estar de buen ánimo,
porque no se puede disfrutar demasiado un día hermoso
si los ojos están borrosos:
no hay forma de saber si de verdad es bello.

Hoy en la mañana supe que tendría la mirada tenue,
supe que mis ojos no podían enfocar las cosas pequeñas,
y lo supe porque me fue difícil leer.
Pensé que con el pasar de las horas la vista aclararía,
pero cuando intenté enfocar mis ojos en las manchas del techo
me di cuenta que la vista nublada no era por haber dormido en exceso,
sino que era una señal nítida: sería un día borroso: nublado.

Y efectivamente, así fue el día.
Los lentes que llevaba puestos eran de nubes
y todo el día estuvo lleno de ellas.

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