Hay chispas etéreas e inciertas en mi cabeza
que inundan las ideas y anegan toda posibilidad de lucidez y coherencia.
Las chispas se hacen llamar estrellitas de cuando en vez
y pretenden hacer notar su presencia constriñendo el cráneo
y apresando toda actividad sináptica
en telas inteligentemente tejidas para la ocasión.
(...)
Ya no quedan chispas etéreas ni dulces sueños,
la intransigente vida agobia de nuevo
y no es capaz si quiera de recordar la ultima vez que se sonrojó
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