Yo sé que te gusta ser víctima,
que anhelas ser rechazado por tu imagen
y que el espejo escupa tu rostro,
lo vomite con verdadero asco.
Lo que escribo es sólo para darte en el gusto:
saborea mis palabras dulces, pegoteadas en tu espalda.
Deberías pensar en poner un batallón de oídos a tu espalda,
todos le hablamos a ella: tu cara da asco.
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